“Si pudiera decir lo que siento, no valdría la pena bailarlo”.
Esta certera frase fue pronunciada por la bailarina Isadora Duncan y a mi parecer, no sólo da cuenta de la capacidad de la danza de sublimar emociones, sino también, del gran potencial de nuestra sabiduría somática.
Cómo bailarina y coreógrafa aprendí a llevar una idea, un concepto, un pensamiento, al movimiento, para así expresarlo orgánicamente.
Más adelante pude comenzar a hacer lo mismo con las sensaciones, emociones y estados internos. Sentía que esta manera de comunicar lo que había en mi interior, era una forma de inteligencia y sabiduría corporal maravillosa que me permitía mostrarme tal y como estaba siendo.
Pero descubrí además, a través del coaching corporo emocional y la pnl, que puedo acceder a experiencias, sensaciones e información a través del cuerpo, ya no como un elemento para expresar sino como un vehículo para encontrar, equilibrar y estabilizar determinados estados internos, a los cuales no tengo acceso desde el lenguaje, lo cognitivo o racional, pero sí a través de lo simbólico y metafórico de un movimiento o postura.
Desde la PNL me gusta pensar al cuerpo como un lugar donde conectar con la experiencia, entonces, sí allí en el cuerpo aparece cualquier sensación, emoción o síntoma disfuncional y no puedo ponerle palabras, voy a la búsqueda de algún registro somático de eso que me está pasando y la sensación, emoción, síntoma, automáticamente se calma.
Nuestro cerebro consta de tres partes: el tallo cerebral, encargado de regular las funciones básicas como la pulsaciones del corazón y la respiración; el sistema límbico que es la sede de los instintos, los reflejos de supervivencia y el encargado de regular el sistema nervioso autónomo; y la corteza cerebral, responsable de todas las funciones mentales más elevadas incluyendo el habla y el pensamiento.
Pues bien, dentro del sistema límbico se encuentran dos regiones: la amígdala, que procesa y facilita el almacenamiento de emociones y reacciones a eventos emocionalmente cargados, y el hipocampo, que procesa los datos necesarios para comprender aquellas experiencias dentro de la línea témporo espacial de la historia personal (¿Qué pasó? ¿En qué orden? ¿Cuándo? ¿Dónde?).
Al momento de nacer la amígdala está madura, es decir, podemos almacenar gran contenido emocional y sensorial de nuestras experiencias. Pero el hipocampo madura entre el segundo y tercer año de vida, así que su función no está aún disponible, por lo que la memoria resultante incluye sensaciones y emociones sin contexto ni secuencia. Por eso hay experiencias vividas a temprana edad de las cuales no podemos dar cuenta lingüísticamente, aunque si albergamos las emociones y sensaciones sentidas en esas situaciones.
Lo mismo ocurre en un evento traumático o intensamente estresante: mientras el cortisol y otras hormonas que suprimen la actividad del hipocampo pueden ser liberadas, disminuyendo el tamaño y las funciones del mismo, la amígdala no sólo permanece inalterada por tales efectos, si no que aumenta su tamaño registrando en mayor medida las sensaciones y emociones.
Es por eso que pueden permanecer en nuestro cuerpo el registro de estas emociones y sensaciones pero carecer de un contexto de tiempo y espacio.
Por eso, cuando llega un consultante que no está pudiendo resolver desde su parte más racional y cognitiva eso que lo aqueja, o que quizás no puede procesar la inmensa cantidad de información a la que está sometido, la invitación generalmente es volver al cuerpo.
En PNL damos una gran importancia a la sabiduría somática, y creemos que allí encontramos recursos infinitos, por eso muchas de las técnicas de PNL están orientadas a crear ese espacio para reencontrarnos con esa sabiduría, conocimiento y poder personal.
Así, podemos usar nuestro cuerpo como ancla para recuperar o adquirir habilidades, dones, competencias. Nuestro cuerpo como aliado para conseguir aquellos estados deseados que nos proponemos. Podemos usar nuestro cuerpo para metaforizar, para simbolizar aquello que no podemos poner en palabras. Nuestro cuerpo como memoria para recuperar información guardada o escondida. Nuestro cuerpo como puente para relacionarnos con otros, y fundamentalmente, nuestro cuerpo como maestro, para aprender de él que en definitiva es, aprender de nosotros mismos.
Ana Claudia Alvarez
Bailarina y coreógrafa
Coach corporo emocional
Master en PNL